
A Court of Thornes and Roses #1 (¿de 4?)
Planeta · 2016
456 páginas
ISBN 9789504948629
Una corte de rosas y espinas· Una corte de niebla y furia · Una corte de alas y ruina · Una corte de hielo y estrellas
Feyre, una cazadora de diecinueve años, mata a un lobo en el bosque. Como consecuencia, una criatura monstruosa llega buscando venganza y la arrastra a una tierra encantada que solo conoce a través de las leyendas. Allí descubre que su captor no es un animal, sino Tamlin, uno de los letales fae.
En su cautiverio, se dará cuenta de que lo que siente por él pasa de la fría hostilidad a una pasión que arderá a pesar de las advertencias que ha recibido. Pero una antigua y siniestra sombra crece en esta extraña tierra, y Feyre deberá encontrar la forma de detenerla o Tamlin y su mundo estarán condenados para siempre.
Comentario personal
Una corte de rosas y espinas es, a mi parecer, uno de esos libros que suscita amor u odio a raudales. Hay lectores que lo aman y defienden a muerte, y otros que lo ponen como uno de los ejemplos de lo que no debe hacerse en literatura juvenil.Por mi parte, soy un punto medio bastante ligero en este asunto.
Enfrenté este libro con todas las cosas buenas y malas que leí en mi camino hasta él. Advertencias de blogueros y bookstagrammers, 5 estrellas a mares en Goodreads, y uno que otro artículo. No siento que sea el mejor libro de la vida, pero tampoco el peor. Espero que este ejercicio me ayude a clarificar hacia dónde se inclina la balanza, aunque hay algo que tengo claro: leeré la continuación, uno porque está en mi librero, y dos, porque el final me picó la curiosidad y bueno, no soy de esas personas que deja las cosas a medias.
Una corte de rosas y espinas se plantea como un retelling de La bella y la bestia bastante liberal. Tenemos a una Bella “badass” (entre comillas porque los clones de Katniss siguen viento en popa) llamada Feyre que trata de mantener a su familia compuesta con un padre enfermo al que no le interesa intentarlo y dos hermanas un tanto egoístas; a una Bestia no tan bestia (sinceramente, esperaba encontrar algo más bestial, disculpen mi exceso descriptivo); y un mundo fantástico donde los humanos coexisten —o no— con inmortales y faes. Hay pequeños nexos con el cuento original, pero claramente estamos frente a una historia que sigue forzosamente otros derroteros, especialmente pasado su ecuador.
Feyre es de esas protagonistas que puedes leer a costa de poner los ojos en blanco cada dos por tres. A pesar de que la pintan como una superviviente, toma decisiones que hacen dudar de su cordura. Sin embargo, hay otros aspectos de ella que me agradan, y aquí es cuando empiezo a perdonar ciertas cosas con tal de seguir leyendo. Tamlin, la Bestia, no es un personaje profundo; sinceramente la autora lo desperdició junto a Lucien (¿Lumiere?). Esta tríada de personajes llevan el peso de la historia hasta la mitad, que es cuando todo se pone patas arriba y ya no leemos la reinterpretación de La bella y la bestia si no algo totalmente diferente.
Del otro lado del violento mar del oeste hay otro reino de inmortales llamado Hybern, regido por un rey malvado, poderoso. Sí, un rey. No un alto lord…, ahí el territorio no está dividido en cortes. Ahí, él es la ley. Los humanos ya no existen en ese reino…, aunque el trono en el que se sienta el rey está fabricado con huesos humanos.
A diferencia de muchos (sí, leí un par de reseñas) a mí me gustaron mucho más los 2 primeros tercios, esos “aburridos”, que la parte en que se separa del cuento original. Cuando aparece el villano la historia se vuelve mecánica, es decir: villano lanza desafío y adivinanza, Feyre acepta, Feyre completa cada uno de los desafíos, y al final, igual responde a la adivinanza con una respuesta obvia. Entre medio, se vuelve tedioso. En cambio, antes de llegar a ese punto, la historia me mantenía en vilo, preguntándome hacía donde se dirigiría la autora; hacia los últimos capítulos todo se desenvuelve de una manera más bien predecible.
El villano parece de manual, todo hay que decirlo.
Por otra parte, no entiendo por qué todos aman a Rhysand. El tipo es un capullo. Tamlin, nuestra Bestia, podrá ser un personaje plano —el típico buenorro de turno—, pero al menos, a lo largo del libro, demuestra preocuparse por Feyre. En cambio, el High Lord de la Corte Noche tiene unas conductas bastante reprochables, por decir lo menos, incluso cuando estamos hablando de una historia fantástica.
Sobre la narrativa, no sé si es problema de la traducción o qué, pero hacían falta más sinónimos para no caer en descripciones redundantes ni repetitivas. La autora no tiene un estilo maduro; su forma de contar historias es simple y no le exige demasiado al lector.
En resumen, no es odioso como muchos me dijeron, pero tampoco es un libro sorprendente. Lo bueno, en mi caso, fue que no me aburrió y me ayudó a superar mi bloqueo lector más severo de los últimos años. Solo por eso, tiene mi afecto. Ya veremos si lo conserva.